RELAJÁNDOSE...
Ahora realizarás tu primer ejercicio sentado en un agradable sillón. Pónte cómodo y cierra los ojos. Presta atención a tu cara. Normalmente, el que relaja su cara podrá relajar todo su cuerpo. Por eso vamos a fijarnos en la tensiones que acumulamos en la cara. Haz todos los gestos y carantoñas que se te ocurran. Cuando hayas movilizado todos los músculos de la cara pon tus dos manos sobre ella y siente como este acto te tranquiliza. Respira hondo, suavemente. Deja tus manos caer sobre el regazo e imagina que tu cara es de goma. La tensión se va disipando y se borran las arrugas, se estiran los músculos por efecto de la gravedad. La expresión forzada de la cara se difumina, se borra... hasta que sientas que toda la tensión de tu cara ha desaparecido. Ahora tu rostro ha rejuvenecido, está sereno, tranquilo y esa paz la sientes por todo el cuerpo.
LA SONRISA DE LA PAZ
Cuando tu cara esté relajada pondrás en práctica una experiencia que te proporcionará una sensación especialmente placentera. Con los ojos cerrados moverás ligeramente los músculos que nos hacen adoptar el gesto de la sonrisa. Sonríe ligeramente, aunque no tengas ganas. Cuando hayas formado en tu rostro una sonrisa, respira hondo para que tu sonrisa inunde todo tu cuerpo y bañe todas sus células. Respira tres veces llenando cada parte de tu cuerpo con esa sonrisa. Si lo haces no necesitarás que te demos ninguna explicación más.
Fte:El club de los onironautas
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