“Las mañanas no son lo que eran. Mi encantador marido ha comenzado su propia práctica, por las mañanas, de yoga y meditación, Debería estar feliz por él. Y no lo estoy. El mundo era mío a las 4 am (Dios! Tan temprano solo para tener la casa para mi misma?).
Hoy por la mañana me levanto, en voz baja, sin hacer ruido preparo un café instantáneo, me siento en el piso de la sala, con las piernas cruzadas. Hago aproximadamente de tres a cinco respiraciones profundas…
Pat sale de nuestra habitación, me saluda, a veces sonrío, hoy no lo hago, En la cocina prepara su capuchino, haciendo rechinar los granos en un molino de alta calidad que suena exactamente igual que una tienda Vac. La leche a vapor suena como la chica en El Exorcista (quiero taparme los oídos aún mientras escribo esto), Pat comenta acerca de su café mientras lo hace “Ahhh, vamos, vamos, muy bueno” cuando se le derraman los granos de café en el suelo, maldice…etc. Estoy en shock cuando él baja al sótano para su práctica. Mi meditación se convierte en una terapia de stress post-traumática… Él vuelve con sus ojos brillantes y felices.
Todo lo cual me lleva a esto; Yo vivo en un mundo lleno de gente, sonidos, olores y máquinas de café capuchino. Algún día, de algún modo, mi tarea es aprender a estar en paz mientras vivo en ese mundo, mas allá de mi burbuja herméticamente cerrada en la que he practicado por las mañanas durante un año. Al parecer es el momento para mi de sentir paz en el exterior…”
Kristin Shepherd
Fte texto extraido yogajournal
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