El Aura
Irradiación luminosa que algunas personas dicen percibir alrededor de los seres vivos
El aura es una energía luminosa o campo electromagnético que rodea en forma de ovalo a todos los seres vivos
Rodea a la persona como un huevo de luz, de múltiples capas que se interconectan e interactuan constantemente
Esas capas son:
El cuerpo etéreo: Es el mas cercano al cuerpo físico y usualmente refleja nuestra salud física . Se manifiesta usualmente con un color azul o plateado suave , pero si existe una enfermedad , se torna en colores oscuros, sobre todo alrededor del área afectada.
El cuerpo emocional: como su nombre lo indica, refleja el estado anímico de la persona, al igual que las reacciones emocionales frente a otros individuos y a situaciones. Por esta razón es la capa del aura mas inestable , y cambia continuamente de acuerdo con el estado de ánimo de la persona. Sin embargo, los residuos de las emociones mas fuertes como la rabia y el miedo, permanecen almacenados en esta capa por algún tiempo y pueden con el tiempo afectar la salud emocional y física de la persona. Cada emoción genera colores diferentes en la capa emocional del aura y por lo tanto esta puede manifestarse en cualquier tono o combinación de colores. Los colores mas brillantes y puros usualmente indican emociones elevadas y de paz. Los colores turbios son mas característicos de emociones violentas o instintos bajos.
La Capa o Cuerpo mental :
Se relaciona con lo que llamamos conciencia. Los pensamientos e intenciones conscientes del individuo se reflejan en esta capa . El amarillo y naranja son los tonos característicos del cuerpo mental , ses dice que las personas altamente intelectuales tienen un cuerpo mental de color amarillo brillante
miércoles, 22 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
svâdhyâya
svâdhyâya
La traducción literal de svâdhyâya es “el estudio de uno mismo” o, como dice Desikachar en el primer aforismo de Sâdhanapadâh, el segundo libro del Yoga Sûtra, “la capacidad de examinarnos a nosotros mismos” A medida que profundizamos en la vida nos damos cuenta que la realidad es mucho más compleja de lo que nos parece. Interpretamos el mundo muy ligeramente sin darnos tiempo a comprender razones más profundas. Acostumbramos a ser literales porque profundizar requiere ciertamente mayor esfuerzo. Pero el sabio necesita comprender para encontrar un todo ordenado dentro del aparente caos. Comprender el mundo es comprenderse a uno mismo, pues al otro lado del horizonte está nuestra propia proyección, tal como lo haría una cámara de cine. Svâdhyâya es la toma de conciencia de la existencia de uno mismo. Y, claro, ese uno mismo puede ser un puente o un obstáculo. La primera comprensión es que, de entrada, cada uno de nosotros es un punto de vista. La realidad está filtrada por nuestros gustos y por nuestras creencias, por nuestros miedos y, cómo no, por nuestras ilusiones. Darse cuenta de que ese punto de vista está condicionado es el principio de la liberación. En nuestra cabecita no hay un sólo yo, hay muchas voces. El carácter tiene muchas capas de sedimentación y empieza desde el nacimiento, o antes incluso. Svâdhyâya es darnos cuenta que el carácter es una estructura de supervivencia emocional que amortigua un dolor primario en base a una carencia afectiva, carencia también de reconocimiento. Somos un lienzo hecho a retazos de impresiones en la vida, de imitaciones, de evitaciones, de sueños. Darnos cuenta, entonces, de que no somos ese pequeño yo, ese collage de impresiones y que hay un yo más profundo, un ser esencial, es el objetivo de Svâdhyâya. ¿Pero cómo hacer esa autoindagación, esa delicada observación de nuestros actos? Evidentemente, con la perseverancia del estudio. En la tradición se ha utilizado el estudio de los textos sagrados porque cuando la mente encuentra un soporte profundo se abre con facilidad a lo sutil. Sin embargo, los textos, aún los más sagrados, son inexactos, retocados por los siglos y tendentes a la ideología del momento histórico y cultural. Los libros, como diría Margarite Yourcenar, nos aclaran el mundo. Y tiene razón, pero hay que tener en cuenta los errores particulares de perspectiva que nacen entre sus líneas. En realidad los libros son linternas que nos hacen ver un poco más allá de donde nos llevan los sentidos o nuestra viciada elaboración mental de las cosas. En el mejor de los sentidos, se intenta utilizar la palabra para ir más allá de la palabra.
La traducción literal de svâdhyâya es “el estudio de uno mismo” o, como dice Desikachar en el primer aforismo de Sâdhanapadâh, el segundo libro del Yoga Sûtra, “la capacidad de examinarnos a nosotros mismos” A medida que profundizamos en la vida nos damos cuenta que la realidad es mucho más compleja de lo que nos parece. Interpretamos el mundo muy ligeramente sin darnos tiempo a comprender razones más profundas. Acostumbramos a ser literales porque profundizar requiere ciertamente mayor esfuerzo. Pero el sabio necesita comprender para encontrar un todo ordenado dentro del aparente caos. Comprender el mundo es comprenderse a uno mismo, pues al otro lado del horizonte está nuestra propia proyección, tal como lo haría una cámara de cine. Svâdhyâya es la toma de conciencia de la existencia de uno mismo. Y, claro, ese uno mismo puede ser un puente o un obstáculo. La primera comprensión es que, de entrada, cada uno de nosotros es un punto de vista. La realidad está filtrada por nuestros gustos y por nuestras creencias, por nuestros miedos y, cómo no, por nuestras ilusiones. Darse cuenta de que ese punto de vista está condicionado es el principio de la liberación. En nuestra cabecita no hay un sólo yo, hay muchas voces. El carácter tiene muchas capas de sedimentación y empieza desde el nacimiento, o antes incluso. Svâdhyâya es darnos cuenta que el carácter es una estructura de supervivencia emocional que amortigua un dolor primario en base a una carencia afectiva, carencia también de reconocimiento. Somos un lienzo hecho a retazos de impresiones en la vida, de imitaciones, de evitaciones, de sueños. Darnos cuenta, entonces, de que no somos ese pequeño yo, ese collage de impresiones y que hay un yo más profundo, un ser esencial, es el objetivo de Svâdhyâya. ¿Pero cómo hacer esa autoindagación, esa delicada observación de nuestros actos? Evidentemente, con la perseverancia del estudio. En la tradición se ha utilizado el estudio de los textos sagrados porque cuando la mente encuentra un soporte profundo se abre con facilidad a lo sutil. Sin embargo, los textos, aún los más sagrados, son inexactos, retocados por los siglos y tendentes a la ideología del momento histórico y cultural. Los libros, como diría Margarite Yourcenar, nos aclaran el mundo. Y tiene razón, pero hay que tener en cuenta los errores particulares de perspectiva que nacen entre sus líneas. En realidad los libros son linternas que nos hacen ver un poco más allá de donde nos llevan los sentidos o nuestra viciada elaboración mental de las cosas. En el mejor de los sentidos, se intenta utilizar la palabra para ir más allá de la palabra.
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