«Es más importante un gramo de práctica que toneladas de teoría», pues el yoga es ante todo un método de transformación que requiere la puesta en práctica de un buen número de técnicas psicofísicas, psicomentales y psicoenergéticas. Son los métodos correctamente utilizados y desarrollados los que van transformando a la persona. y estos métodos, todos ellos, además de sus finalidades concretas (sean psicosomáticas, psíquicas, espirituales u otras), tienen la utilidad también de que tienden a «desautomatizar», es decir, a hacer más consciente al practicante. Son, pues, métodos de contramecanicidad y que, por tanto, siempre exigen una atención consciente y vigilante, que así va refrenando los automatismos.
Se eleva así el umbral de la conciencia y se consigue una armónica interrelación de cuerpo y mente. Ya hoy en día, la más moderna ciencia psicosomática indica (como ya lo hiciera el yoga hace miles de años como precursor de la ciencia psicosomática) las estrechísimas conexiones existentes entre el cuerpo y la mente y cómo todo aquello que afecta al cuerpo repercute en la mente o todo aquello que altera la mente alcanza al cuerpo. Si también se ha propuesto el yoga como una ciencia de la salud integral es, precisamente, porque procura ese bienestar real del cuerpo, la mente y el comportamiento que caracteriza a la verdadera salud, que no es sólo ausencia de enfermedad.
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