También llamado mudra cósmico.
Es el gesto de la meditación y la concentración. En este
mudra, el dorso de la mano derecha descansa en la palma de la izquierda de tal
manera que las puntas de los pulgares se tocan ligeramente. Las manos descansan
en el regazo.
Esta es la postura clásica para la meditación y la
adoptamos cuando meditamos sin un objetivo concreto. Sentados, observando la
respiración sin más, estamos pasivos y permitimos a lo divino actuar en
nosotros y por nosotros.
Las
dos manos, que forman un cuenco, ponen de manifiesto que el propio interior
está libre, limpio y vacío para poder recibir cuanto sea necesario en el camino
espiritual. Y como en el universo no hay ningún espacio vacío (todo lo que nos
parece «vacío» está lleno de energía de la materia sutil), este vacío se
llenará de energía nueva; nuestros pensamientos y emociones determinarán la
calidad.
También se lo considera un gesto de abandono, dejar atrás lo antiguo y hacer espacio para recibir lo nuevo
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